Innovaciones desde las instalaciones de Saint Paul

«Thermo-Fax»

 “«Todo comenzó con un calambre de un escritor».

Cuando el doctor Carl S. Miller estaba realizando su investigación y tomando notas escritas a mano para su doctorado en química física en la Universidad de Minnesota, pensó que debe haber una manera más rápida, sencilla y económica de copiar el material escrito e impreso. En julio de 1940 se incorporó al laboratorio de investigación de 3M. Para 1944, tuvo la oportunidad de comenzar a desarrollar un proceso de copia que utiliza la luz artificial para transferir las áreas con tinta oscura a un papel especial.

El reto consistía en construir una máquina equipada con bombillas especiales para hacer copias. Así pues, en 1948 se desarrolló el prototipo de la fotocopiadora «Thermo-Fax». En 1949 un funcionario de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que se encontraba en 3M pidió una demostración en Washington, D.C. Aunque la máquina se atascaba y sobrecalentaba, la CIA vio su potencial y le entregó a 3M su primer orden de un modelo comercial.

La primera fotocopiadora «Thermo-Fax» fue un modelo para grandes áreas. Gracias a otros trabajos de investigación, en 1955 se creó la fotocopiadora «Secretary» de escritorio. En los dos modelos se usaba un papel con un recubrimiento especial.

«Nuestra fotocopiadora y papel se han convertido en los artículos de mayor crecimiento en ventas que 3M jamás haya puesto en el mercado». Herbert P. Buetow, presidente de 3M en 1956

3M creó los productos y el mercado y dominó el campo de las fotocopiadoras hasta que Xerox creó una fotocopiadora para papel normal que eventualmente sustituyó a la fotocopiadora «Thermo-Fax».


«Scotchgard»

En 1944, 3M adquirió los derechos para producir fluoroquímicos, un término acuñado en 3M. Los laboratorios de investigación comenzaron a buscar usos para estos compuestos de carbono y flúor.

Un día de 1953, Joan Mullin, asociada del laboratorio, derramo una muestra en sus nuevos zapatos deportivos de tela y descubrió que no se podía quitar. Con el tiempo, otros investigadores del laboratorio realizaron más experimentos con el compuesto.

Patsy Sherman y Sam Smith colaboraron en el desarrollo del textil «Scotchgard» y en el protector de tapicería. En 1956 fue introducido en la industria textil, pero solo funcionaba en lana. Se realizaron más trabajos de desarrollo para crear un producto que funcionara en una gran variedad de textiles, que repeliera las manchas y limpiase la suciedad.

El producto ha sido reformulado en varias ocasiones para mejorar su desempeño y para solucionar los problemas sanitarios y ambientales. «Scotchgard» sigue siendo un producto de gran éxito en más de 100 aplicaciones de uso comercial y personal.

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